Toledo es el mejor punto de partida posible para iniciar la ruta del Quijote a bordo de nuestra autocaravana, dado que en dicha ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad, disponemos de un punto de estacionamiento gratuito que cuenta con cien plazas y en el que se puede pernoctar (eso sí, sin acampar).
Desde allí, nos podremos desplazar a pie hacia el centro de la ciudad, dado que estaremos a únicamente ochocientos metros de su magnífico casco histórico, en el que podremos ver el legado de tres culturas diferentes: la musulmana, la judía y la cristina. Así, si comenzásemos el recorrido por la Puerta de Bisagra, podríamos continuar hacia la Puerta del Cristo de la Luz, que nos llevará hacia la época en la que los musulmanes dejaron su impronta.
Una vez que atravesemos la Puerta del Cristo de la Luz, veremos la antigua calzada romana y la mezquita del Cristo de la Luz, que, en el siglo XII, se convirtió en iglesia y que, junto a la de Córdoba, es una de las más antiguas de las que se conservan en España.
La visita ha de llevarnos también a la plaza de Zocodover, centro social de la ciudad, y en cuyas inmediaciones se encuentra el Alcázar de Toledo, cuyo mueso bien merece una parada.
También sobresalen la plaza del Ayuntamiento, en la que se conserva el palacio arzobispal; la catedral de Toledo y la iglesia de los Jesuítas, desde cuyos campanarios se puede disfrutar de una fantástica panorámica de la ciudad.
Otra parada obligada es la iglesia de Santo Tomé, puesto que en ella podremos contemplar el Entierro del Señor de Orgaz, de El Greco.
A continuación, nos adentraremos en el barrio judío, donde la primera parada será la Sinagoga del Tránsito, datada en 1366 y en cuyo interior podremos conocer su museo sefardí. Eso sí, antes de entrar, podremos detenernos en el mirador sobre el Tajo, a fin de reponer fuerzas y continuar el trayecto.
Otra sinagoga de interés para el visitante es la de Santa María la Blanca, cuyo estilo, mudéjar, hacer que se asemeje más a una mezquita musulmana que a una sinagoga judía.
Casi tres siglos después de su construcción, se levantó el monasterio franciscano de San Juan de los Reyes, en el que sobresalen su iglesia y su claustro, de estilo gótico-isabelino. No hay que olvidar que fue edificado en la época de los Reyes Católicos.
El broche de oro para completar este recorrido será disfrutar de la fantástica gastronomía que ofrece la capital de Castilla La Mancha, a fin de iniciar una nueva jornada de ruta que nos llevará a otros lugares reseñados el Quijote.
En cualquier caso, para obtener más información acerca de qué ver o dónde pernoctar en Toledo, podemos dirigirnos al Patronato Municipal de Turismo, cuyo número de teléfono es el 925 254 030, o bien visitar la página web de promoción turística de Toledo.
Al amanecer, se podrá continuar el trayecto rumbo hacia el castillo de Alminocid y visitar también el castillo de Peñas negras, para continuar hacia la localidad de Tembleque.
Siguiendo hacia el sur, nos adentraremos en la provincia de Ciudad Real, donde la primera parada será Campo de Criptana, donde Don Quijote luchó contra unos imponentes molinos de viento. Y desde donde viajaremos hacia la tierra de Dulcinea, el gran amor del protagonista de la novela de Cervantes.
En el Toboso también podremos hacer noche, puesto que la localidad cuenta con un área de autocaravanas gratuita, con quince plazas. En cualquier caso, para obtener más información, se puede contactar con el Ayuntamiento, llamando al teléfono 925 197 077.
Tras el merecido descanso, iniciaremos de nuevo ruta hacia Ossa de Montiel, donde hallaremos dos puntos que también son clave en las aventuras del ingenioso hidalgo: la cueva de Montesinos y el castillo de Rochafrida. A continuación, podremos seguir ruta hacia el castillo de Montizón y Valdepeñas, y, seguidamente, parar en Almagro, donde sobresale su casco histórico y su corral de comedias.
La siguiente parada puede ser Villanueva de los Infantes, si nos dirigimos al sureste, o Puertollano, si vamos hacia el suroeste. En este último caso, tras recorrer los campos de Calatrava, concluiremos el viaje en Argamasilla de Alba, donde se encuentra la cueva de Medrano, en la que se dice que Cervantes comenzó a escribir El Quijote.